Quienes vivimos con perros o gatos nos enfrentamos a la misma situación en algún momento de nuestra vida. Estamos con esa persona especial, surge la chispa de la manera más inesperada y nuestra mascota está delante cuando las cosas empiezan a calentarse. ¿Hay que ignorar su presencia o es mejor apartarlos antes de comenzar? La respuesta, según multitud de expertos y expertas, es que optemos por lo segundo.
En efecto, ¡nuestros amigos entienden lo que está sucediendo! Si te preguntas cómo lo hacen, les es posible gracias a las feromonas, esas sustancias químicas que desprendemos para atraer a otras personas. Ellos las reconocen, y según su personalidad pueden actuar de maneras muy distintas ante ese estímulo.
En el mejor de los casos se quedarán tumbados o mirarán, pero puede suceder que decidan interrumpir. Pueden buscar atención, olisquear por curiosidad o intentar unirse a la fiesta si les agrada el olor de nuestras partes íntimas, dando lugar a una situación bastante incómoda.
Lo peor viene cuando la mascota es territorial y posesiva. Esto pasa sobre todo con los gatos, aunque en casos contados. Si te has percatado de que no tolera a tu pareja en otras situaciones, sea minino o perrete, dejar la puerta abierta es una malísima idea. Los celos pueden hacer que en cualquier momento decida reclamarte mordiendo o arañando a la persona intrusa. Por tanto, tened cuidado para no acabar en el hospital con lesiones sexuales de difícil explicación.
Como nosotros, perros y gatos requieren de un proceso de adaptación a lo nuevo. Si vamos a empezar a tener sexo con frecuencia en ciertos espacios, lo mejor es enseñarles poco a poco que la circulación es limitada. También podemos indicarles que su lugar está en otro punto del hogar cuando decidamos cerrar la puerta, y premiarles cada vez que se comporten bien. Nunca, bajo ningún concepto, hemos de provocarles un estrés necesario dejándolos encerrados.